lunes, 1 de abril de 2013


¿Se puede identificar, diagnosticar o evaluar la creatividad?
Algunos estudiosos del cerebro humano han llegado a la conclusión que a pesar de los adelantos, falta aún mucho por conocer, es como el Universo; se han encontrado con fenómenos que no tienen toda una explicación, todo depende de una gran cadena y, cada eslabón se interconecta con múltiples ramificaciones de otros eslabones de la cadena. Los fenómenos no son independientes completamente.

La evaluación de la creatividad, históricamente ha estado basada en los indicadores clásicos propuestos por Guilford en el año 1950. La fluidez, la flexibilidad, la originalidad y la elaboración, han sido los puntos de partida de los teóricos. Por otra parte, la psicología ha elaborado instrumentos que tratan de evaluar las manifestaciones conductuales que determinan características de la creatividad en los individuos. Todos estos métodos, instrumentos o test, son objeto de críticas, ya que tratan de hacer énfasis en determinados aspectos más que en otros, y las nuevas teorías humanistas hacen énfasis en que si bien en algunos aspectos sobresale el pensamiento divergente, también aflora el pensamiento convergente.

En líneas generales se puede decir que el diagnóstico de la creatividad presenta dos tendencias básicas: 1) La evaluación de las personas que son potencialmente creadoras y 2) la diferenciación de las personas que no lo son, es decir, previamente identificados unos rasgos y comportamientos típicos, se evalúa el comportamiento de las personas. Pero no se ha podido evaluar y establecer la correlación entre las características propias del proceso creativo y la del producto creado. Es como tratar de explicar e identificar, de un proceso creado, qué características del proceso creativo lo conforman.

Autores como Oerter han llegado a la conclusión que la inteligencia es un todo, una estructura mental donde sus elementos interactúan permanentemente.

Otros indican que la creatividad posee numerosas variantes y variables, confundiéndose factores intelectuales, afectivos, sociales y culturales.

En conclusión, los diferentes métodos e instrumentos que existen y se siguen desarrollando para evaluar las potencialidades del pensamiento creativo, son de gran utilidad para el sistema educativo, a fin de desarrollar modelos que tengan la finalidad de motivar el desarrollo del pensamiento creativo.

Zulay Jiménez M.

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